HERMANOS RECORDANDO A ESE GRAN ESPÍRITU, QUE CON SU INMENSO AMOR GUIARA A LA HUMANIDAD DE LA TIERRA PARA SU REGENERACIÓN.
PASCUA GRANDE
"¡Reina de la Humanidad! Con ese título reconoció el filósofo y maestro Joaquín Trincado en sus obras a María de Nazareth. Título, que la honra por sus méritos de mujer y madre en esa existencia y se comprendería aún más, si se sabe de sus vidas anteriores en los inicios de la historia, cuyo espíritu de sacrificio lo demostró en terribles períodos, que le tocó vivir como mujer y madre.
No quiso el maestro endiosarla, ni excluirla de las demás mujeres de este mundo. Porque refiere: “Es María Madre natural de sus hijos y no es Madre de Dios, pues sobre ser el Creador impersonal, tampoco hace acepción entre ninguno de los Espíritus de sus hijos y son tan hijos suyos los que llamáis demonios como los que tenéis por ángeles.” (“Vida de María”).
Recordemos también como antecedente, que su espíritu fue uno de los valientes que decidió encarnar en la India hace 57 siglos como mujer, junto con su compañero Adán (ahora José), cuando el mundo era una fiera y el hombre vivía millones de siglos antes. Una página interesante de conocer, por ser Eva y Adán los que iniciaron la regeneración de esta humanidad. Siguieron otras vidas como mujer y madre, fueron: Noema, Sarabasti, Ceres, Sara, Rebeca, Jacabel y María, madre de siete hijos, incluyendo a Jesús.
Esa es la concepción filosófica racional e histórica que tenemos de María. No la dogmática y mistificada que unos aceptan, respetamos, pero no compartimos. Con ella hemos querido recordar como cierto, que fue un 15 de agosto, cuando la anciana madre María de 72 años, expira en los brazos de su menor hijo Jaime o Santiago, apóstol de España y sus restos como los de Jaime, yacen en tierra española, mientras que el cuerpo de Jesús quedó en Jerusalén.
Os queda pues comprobado que María es el intermediario condecorado por el plebiscito
universal y ésta es su grandeza verdadera, la que le da el poder omnipotente, y omnímodo porque obra
sólo dentro de la Ley del Padre."
"María al desencarnar Jesús, su hijo, toma la cabeza del Apostolado."